A todo el mundo le habrá pasado por la cabeza fijarse entre los estantes de los detergentes de los supermercados, la presencia de un palito amarillo y blando. Hablamos del jabón potásico, un producto 100% natural que quita las manchas de nuestra ropa . Su función siempre ha sido la de eliminar la suciedad sin dañar los tejidos. Sin embargo, también se usa en el jardín sobre las plantas , ¡pero veamos por qué!
El jabón amarillo de la abuela, úsalo así en las plantas: ¡no te imaginas el resultado!
El jabón potásico es un producto que se utiliza en agricultura orgánica y ecológica. No contiene compuestos tóxicos y no afecta el logro de la certificación del producto. Es una de las mejores opciones para combatir plagas sin afectar el medio ambiente y sin causar efectos secundarios negativos. Es un jabón biodegradable e inocuo. Además, es una fuente secundaria de potasio para las plantas.
Este biocida se utiliza para combatir y prevenir las plagas más comunes en jardines y huertas, como pulgón, mosca blanca, cochinillas, araña roja y trips . No hay restricciones en su uso, por lo que usarlo en jardinería no es un problema. Además, también se puede aplicar para combatir hongos como la negrita porque lava los residuos de melaza que generan los insectos en las hojas. También afecta a los ácaros, por lo que suele utilizarse para combatir parásitos como la araña roja.
Y si lo usamos en combinación con aceite de neem, un aceite vegetal extraído de los frutos y semillas del árbol de neem, u otros productos fitosanitarios, conseguiremos un efecto aún mayor. El jabón de potasio no es sistémico, lo que significa que no penetra en la planta . Además, se biodegrada muy rápidamente. Estas características hacen que no sean necesarios tiempos de seguridad ni lavados antes de consumir los productos pulverizados con este insecticida.
¿Cómo se aplica el jabón de potasa en las plantas?
El jabón potásico utilizado como insecticida actúa en contacto directo con los parásitos, provocando que éstos reduzcan la cutícula protectora que utilizan para respirar. De esta forma los parásitos mueren sin afectar a los insectos de mayor tamaño, como las abejas, ni a sus depredadores naturales, como los ácaros. De esta forma, para que el producto acabe con el parásito, es necesario pulverizar bien la planta por completo para asegurarnos de llegar a la mayor cantidad de parásitos posible.
Normalmente, estas plagas se encuentran en el envés de las hojas. Por ello, debemos estar atentos, revisándolos constantemente para asegurarnos de que no haya parásitos. Sobre todo hay que prestarles atención durante la fase de crecimiento , porque los tejidos vegetales son más sensibles y tiernos y, por tanto, más apetecibles para este tipo de insectos.
Como mencionamos anteriormente, el jabón de potasio es más efectivo cuando se combina con cualquier otro producto fitosanitario, ya que ayuda a romper la tensión superficial de la hoja y actúa como agente humectante. De esta forma, después de utilizar el jabón potásico, cualquier otro tratamiento foliar que utilicemos se fijará mejor a la planta y mejorará la eficacia de esta aplicación.
Podemos rociar el jabón potásico en cualquier momento, aunque se recomienda aplicarlo al amanecer o al anochecer. Además, debemos hacerlo cuando no haya demasiada luz solar, ya que al rociar la planta podríamos quemar sus hojas. También es recomendable evitar aplicarlo en días de lluvia o viento. Esto se debe a que el agua remueve el producto que hemos aplicado y el viento lo seca, por lo que usarlo no habrá servido de nada.
¿Cuánto jabón debemos usar?
Según el tipo de jabón potásico que tengamos, la dosis a utilizar puede variar . No obstante, normalmente se utiliza en una proporción del 1% o 2% diluida en agua, es decir , unos 10 a 20 ml de jabón por litro de agua . En cualquier caso, al tratarse de un producto ecológico, inocuo y vegetal , no pasará nada si nos excedemos en la cantidad de producto utilizado.
¿Cuántas veces podemos rociar jabón sobre las plantas?
Para prevenir los parásitos, la mejor opción es pulverizar jabón potásico unas 3 o 4 veces al mes, dejando unos días de descanso entre aplicaciones. Además, dado que el tratamiento no es agresivo, no habría problema si en algún momento se decidiera aumentar la frecuencia de las aplicaciones.